Tenía muchas ganas de escribir algo sobre mí desde hace tiempo, casi no lo hago, pero esta vez, creo que es una buena oportunidad para hacerlo, ya que se acaba el año, así que me parece buena idea comentar algo sobre lo que aprendí con las cosas que sucedieron en este 2020.
Ha sido un año difícil, pero es en momentos así donde tenemos la oportunidad de demostrar y saber cuan fuertes somos y dar lo mejor de nosotros. Estas situaciones difíciles y complicadas son las que pueden sacar lo peor o lo mejor de cada uno, y eso depende de la actitud que tengamos.
Hubieron momentos en los que me sentí muy mal con lo que pasaba y creí que todo estaba perdido, me sentí inundada de pensamientos y sentimientos negativos horribles que antes no había experimentado de esa forma, era algo más fuerte que yo, pero a pesar de estar hundida en la oscuridad pude ver una luz, fue Dios quien me dio la fuerza y la actitud para poder resistir y no caer en esa tempestad.
Estudié 9 años en un colegio católico y por más que iba a misa casi siempre y pasaba clases de religión, hice hasta mi confirmación en esa religión, nunca antes había podido entender realmente lo valioso que es Dios, pero quería entenderlo, ya que hablaban mucho sobre lo importante y poderoso que era Él, y también porque tenía miedo del infierno.
Nunca dejé de creer en Dios, a pesar de que me alejé de mi religión por un tiempo, así que siempre estuve atenta a cualquier señal o mensaje que me ayude a entender algo sobre Él.
Una vez, mientras leía un libro, pude sentir lo que es conocer a Dios, fue una sensación de como si hubiera abierto un cofre escondido en un lugar oscuro y cuando lo abrí sentí que encontré el tesoro más valioso, más hermoso, más poderoso, puro, único y perfecto que iluminaba con mucha intensidad y fue como si todo lo triste que viví antes era nada comparado con la felicidad que yo sentía en ese momento. Fue como si hubiera notado algo que siempre estuvo ahí, pero que yo no lo había visto antes por estar distraída.
Dicen que la razón de vivir en este mundo es llegar conocer a Dios, yo me siento afortunada de haber podido experimentar eso. Espero poder ser una buena cristiana, aunque es algo muy difícil, porque seguir a Jesús, es renunciar a nuestros propios intereses y cargar con nuestra cruz.
Y bueno, eso es lo más importante que me dejó este año, una gran reflexión y un gran descubrimiento que me puede ayudar a enfrentar los próximos años que vengan, porque siempre van a haber dificultades, así que lo más importante es tener la mejor actitud para enfrentarlas y seguir adelante pase lo que pase, así que mi deseo para este nuevo año es que podamos disfrutarlo y aprovecharlo de la mejor manera.